EL MUNDO
15 junio 2011
El tabaco, un mal
compañero para pasar por quirófano
Cristina G. Lucio
Tras una cirugía, los fumadores tienen más riesgo de sufrir
complicaciones. Desmienten que el hábito deba abandonarse al menos ocho semanas
antes.
Numerosos
estudios han demostrado que, tras una cirugía, los fumadores tienen más riesgos
de complicaciones que quienes no han probado un cigarro en su vida. Por eso,
los cirujanos siempre recomiendan dejar el hábito antes de ponerse en manos del
bisturí. Sin embargo, hasta ahora, no estaba claro, cuál era el mejor momento
para hacerlo.
Un
estudio publicado en 1989 sugería que abandonar el tabaco pocos días antes de
una operación no sólo era insuficiente para evitar problemas posteriores, sino
que incluso podría provocarlos. El artículo señalaba que, en ese momento,
perder la propensión a toser que provoca el tabaco podría generar una mayor
retención de secreciones y, por tanto, provocar mayores complicaciones
pulmonares.
En
función de esos datos, muchas guías establecieron que los pacientes debían
dejar de fumar al menos ocho semanas antes de una intervención para garantizar
su seguridad. Ahora, sin embargo, una revisión de estudios pone en duda esa
recomendación.
Con
el objetivo de aclarar de una vez por todas el asunto,
un equipo de investigadores de la Universidad Queen Mary de Londres ha repasado toda la literatura científica
sobre el tema.
Falta de evidencias
Después
de analizar nueve investigaciones, estos autores concluyen que no hay
evidencias que respalden la creencia de que dejar de fumar pocas semanas antes
de una cirugía puede tener un impacto negativo sobre el paciente.
"Es
una creencia infundada", comentan los investigadores, quienes subrayan que
"debe aconsejarse a los pacientes que dejen de fumar cuanto antes, pero no
hay datos que sugieran que deba advertirse a los enfermos que abandonen el
tabaco en un preciso momento antes de la cirugía".
Pese
a todo, en el trabajo que publica esta semana la revista ‘Archives of Internal Medicine’ reconoce
que su investigación tampoco pondrá punto y final al debate. Su análisis tiene
importantes limitaciones –como un escaso número de participantes y el hecho de
que está basado en observaciones- que impiden que sus conclusiones puedan
tomarse como definitivas.